La empresa californiana Facebook adquirió la aplicación de mensajería instantánea WhatsApp por 19.000 millones de dólares, este movimiento del gigante Facebook en un claro intento por apostarse su crecimiento futuro a la transición de la web móvil.
via: ticsyformacion.com
Facebook a WhatsApp: me das tantísimo miedo que no me importa comprarte por 19.000 millones de dólares
- En primer lugar porque son las herederas de la exitosa cultura de los ahora casi extintos SMS.
- En segundo lugar porque hacen posible una comunicación mucho más sencilla y directa que la famosa red social.
- Y en tercer lugar porque en ellas no hay espectadores de por medio, y pese a su narcisismo, el usuario necesita también su esfera privada.
Facebook es consciente del irresistible imán que las app de mensajería ejercen sobre el usuario y por eso, pese a su privilegiada posición, no puede evitar temblar ante la amenaza de estas aplicaciones.
– En 2013, de acuerdo con cálculos de la empresa de investigación de mercados Ovum, alrededor de mil millones de personas de todo el mundo utilizaron apps de mensajería. A finales de 2014 es muy probable que esta cifra se multiplique por dos.
– Entre enero y diciembre de 2014 el número de mensajes enviados a través de los apps móviles de mensajería podría pasar de los 27,5 a los 71,5 billones.
Es cierto que Facebook tiene su propia app de mensajería, Messenger, pero más allá de Estados Unidos y Canadá, este servicio no termina de calar entre los usuarios. En los países asiáticos, por ejemplo, son apps como Weixin, Line y Kaokao las “reinas del mambo” en el universo de las aplicaciones de mensajería. Y hay también una aplicación que ha conseguido extender sus tentáculos por todo el planeta, una aplicación que se llama WhatsApp y cuyo creciente poderío da muchísimo pavor a Facebook, tanto que no le ha temblado el pulso para firmar un cheque de 19.000 millones de dólares por su compra.
Un cheque con el que la red social de Mark Zuckerberg ha comprado su billete para seguir siendo relevante en internet móvil y también, no nos engañemos, para echar sus zarpas sobre su tesoro más preciado: sus datos. [+info]